viernes, 24 de octubre de 2014


Correo para padres

Por Casandra Moreno Vázquez

Desde que llegué a La Aguardientera, me sentí bienvenida por los padres. Mi primer contacto con la comunidad, fue la señora Maria Antonia, y aunque al inicio de nuestra charla mostró cierta desconfianza hacia mi (no sabía si yo estaba vigilando la escuela para hacer algo malo), el primer día de clases, me externó su tranquilidad al ver que no había hablado con una mala persona el día en que me conoció.

Este fue mi primer contacto con una madre de familia de la Escuela Primaria Bilingüe Lázaro Cárdenas, de la Comunidad de La Aguardientera, municipio de Chignautla, en la Sierra Norte de Puebla.

El primer día que estuve frente a grupo, investigué si alguno de mis alumnos (de tercero y cuarto grado, por cierto) era hijo de la señora María Antonia, pero me aclararon que ninguno lo era. Aún así, siempre que la veo, me habla con toda la confianza, contrario a lo que sucedió en nuestra primera plática.

La señora María Antonia, refleja la forma de ser de los padres de mis alumnos: una persona reservada con los desconocidos, cuidadoso de su familia, su comunidad y su escuela. Así son todos los padres y madres de familia de la escuela, y eso lo pude corroborar el primer día de clases: todos los padres llevaron a sus hijos a clases y saludaron muy amablemente a los profesores (tres conmigo), y el día de la primera reunión con padres de familia, donde asistieron todos puntualmente y me pude dar cuenta de que se organizan para mejorar su escuela todo el tiempo e intentan estar al pendiente de la conducta de sus hijos durante las jornadas escolares.

¿Cómo acercar a los padres al crecimiento personal y académico de sus hijos durante su estancia en la escuela?
Aunque me fue claro desde el principio que todos los padres estaban al pendiente de la conducta de sus hijos, esto no me pareció suficiente, pues escuchaba sólo llamados de atención hacia los niños por parte de los profesores y de los padres. 
Por parte de los niños, los comentarios eran referentes a regaños, castigos y hasta golpes cuando “se portaban mal en la escuela”, “desobedecían a los maestros” y eran “burros”. Desde el principio me pareció que esto no era ni suficiente ni muy deseable, así que retomé algunas herramientas que trabajamos durante la capacitación del INVe.

Durante la primera semana de clases, cada uno de mis alumnos, elaboró dos sobres con hojas blancas, los decoraron a su gusto. A ambos sobres le pusieron su nombre, pero a uno le agregaron la palabra “papás”, “papá” o “mamá”; y al otro la palabra “yo” o simplemente le dejaron solo su nombre. Acordé con los niños que en estos sobres  yo enviaría correos semanales a sus padres y a ellos mismos.

La primera vez que envié correo a los padres, fue para presentarme y para comunicarles la manera en que sus hijos trabajaron durante las primeras semanas de clases. Lo que sucedió al día siguiente me sorprendió de manera muy positiva: todos los padres regresaron el sobre con una pequeña respuesta, agradeciendo la atención que me tomé con sus hijos y con ellos al presentarme y al enviarles mis observaciones sobre la forma de trabajo de los niños. Para mí, esta respuesta significó que seguramente funcionaría este envío semanal de correo.

Un par de semanas después de iniciar clases, fue que pude convocar a una reunión con los padres de mis alumnos, durante una hora, conversamos sobre la manera en que funciona el salón de clases, las normas que deben seguir los niños y sobre el mecanismo de los sobres de correo. 

Acordé con los padres el uso de 5 colores de notas: azul y naranja, verde y amarillo y por último: blanco. Los colores azul y naranja, corresponden al desempeño académico de los niños: en las notas azules, las notas son referentes al buen desempeño académico, las naranjas se refieren a las dificultades académicas; en las verdes se habla del cumplimiento de las normas dentro del grupo y de la escuela; y las amarillas, contienen faltas a estas normas. Finalmente, las notas blancas, contienen “cartas” más extensas y más personalizadas donde se habla, sobre todo, de incentivos verbales para los padres y para el avance de sus niños.


Durante esta reunión, las madres expresaron su agradecimiento por facilitarles la cercanía hacia el desempeño y conducta de sus hijos con el uso de los colores.

¿Ha resultado el método?
Si. Como mencioné en párrafos anteriores, después del primer envío, recibí respuesta por parte de todos los padres. Unas semanas después, puedo dar cuenta de un claro ejemplo de que el método de envío de correos ha funcionado.

Ángel, es un alumno de cuarto grado, durante las primeras semanas, trabajó lo necesario, al ir pasando las semanas, fue disminuyendo su interés por trabajar hasta que empezó a jugar y no hacer nada en vez de hacer los trabajos y tareas diarios.

Después de dos semanas de correo a su mamá, el cambió de  Ángel fue sorprendente: entregó todo lo que tenía retrasado, trabajó muy bien todos los días, todas las clases, y por iniciativa propia, avanzó más de lo requerido en algunas clases.

Cuanto lo elogié por su cambio tan positivo, me explicó que su cambio se debía a que por las cartas que yo le envió a su mamá, ella habló con él y le pidió que le echara ganas, y que le explicó que todo era por su bien, para que tuviera una vida mejor cuando creciera.
El caso de Ángel es uno de varios que he observado en mi grupo, Ángel me recuerda que la comunicación con los padres y su participación en el desarrollo académico y personal de los niños, es muy importante en el ambiente escolar.


Ellos son mis alumnos, dentro del salón de clases.

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