No
hay una definición universalmente aceptada acerca de lo que es y de lo que no
es una verdadera “educación de calidad”. Sin embargo, se puede delimitar
algunas constantes que nos ayuden a estimar una mejora en la educación. Por la
general la variable más aceptada tiene que ver con el aprovechamiento escolar,
el cual hace referencia directa a la evaluación del conocimiento adquirido por
los alumnos en el aula.
La
Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) en su informe de seguimiento de la Educación para Todos (EPT) define
la educación de calidad a partir de dos variables:
“El
primero considera que el desarrollo cognitivo del educando es el objetivo
explícito más importante de todo sistema educativo y, por consiguiente, su
éxito en este ámbito constituye un indicador de la calidad de la educación que
ha recibido; el segundo hace hincapié en el papel que desempeña la educación en
la promoción de las actitudes y los valores relacionados con una buena conducta
cívica, así como en la creación de condiciones propicias para el desarrollo afectivo
y creativo del educando”. (UNESCO: 2005, p.2)
Esto
nos lleva directamente a mencionar los exámenes estandarizados internacionales
como la prueba PISA que se aplica a los países actualmente pertenecientes a la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y en base en la cual se
desarrolló la prueba ENLACE en nuestro país. Este tipo de pruebas procuran
estimar la efectividad de la preparación académica de los alumnos y por lo
tanto de la calidad educativa.
Debido
a lo anterior, es necesario buscar diferentes programas por parte del Gobierno
de México que coadyuven a reforzar la calidad educativa medida a partir del
aprovechamiento escolar pues es hasta el día de hoy uno de las variables más
aceptadas y una de las más claras maneras de medir el progreso educativo.
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