domingo, 9 de febrero de 2014

Un día en el camión...

Hace dos días me quedé a charlar con una de mis alumnas, y me dijo algo que me ha sorprendido mucho; ella dijo que no me quisieron decir nada respeto a la nueva dinámica de los retardos; por la noche camino a casa me preguntaba: ¿Será que el primer día que tuve la oportunidad de dirigirme a ellos lo hice de manera tan incorrecta que mis estudiantes ni siquiera tuvieron la confianza de plantear algo que consideraban injusto? Mientras pensaba eso, recordaba que mi alumna también dijo: “es que su voz es muy fuerte, y para nosotros eso es signo de que tiene un carácter fuerte. Pero ahora que visita a las casas aunque sea domingo, creemos que ya no tanto”. Todo eso me hizo pensar en la importancia la primera impresión, pero también que la misma puede mejorar con el desempeño posterior. Eso de que existan cualidades para desempeñar el papel docente, lo veo como algo incompleto, no sólo son necesarias para ser docentes sino para ser humanos y personas; y no son las únicas. A fin de cuentas, todo acaba en un: si te gusta lo que haces, todos los días encuentras una forma de mejorar.

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