domingo, 9 de febrero de 2014

LIDERAZGO, EL PODER DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.


El psicólogo Daniel Goleman tiene más de 20 años investigando y haciendo aportaciones sobre el impacto positivo de la inteligencia emocional en relación con la excelencia personal y organizacional, en el libro que se enuncia en el título de esta opinión aterriza conceptos como “coeficiente intelectual colectivo” haciendo referencia a la suma total de capacidades, potencialidades y aptitudes de todas las personas que colaboran para llegar a un fin común, específicamente a la forma en que los esfuerzos colectivos se suman e interactúan logrando armonía interpersonal.
Para potenciar el coeficiente intelectual colectivo es indispensable que todas las personas que interactúan tengan desarrolladas las siguientes características: el trabajo en equipo, la comunicación asertiva, la cooperación y la atención a las necesidades de los demás, éstas corresponden a lo que se denomina inteligencia social la cual en el aspecto educativo se debe desarrollar en la misma magnitud tanto en el educando como en el educador.
Al conversar con mis alumnos sobre su rendimiento escolar, intentando que hagan una auto-evaluación continua para que detecten cual es la principal dificultad que enfrentan para lograr optimizar su rendimiento me entere que desconocen el resultado de su primer y segunda evaluación parcial, porque estos resultados solo se les dan a conocer a los padres de familia, entonces enfrentamos una dificultad institucional pues los principales actores de este proceso educativo no conocen a ciencia cierta el resultado de su desempeño, esto me llevó a plantearme la siguiente pregunta:
 ¿Cómo podemos contribuir los maestros de grupo para que nuestros alumnos desarrollen al máximo su inteligencia emocional?
Y es aquí donde las aportaciones de Goleman nos dan interesantes respuestas, para comenzar el autor hace referencia a “mandar con corazón” haciendo alusión a que debemos estar en sintonía con los sentimientos de las personas con las que tratamos, debemos ser capaces de manejar las diferencias de opinión, saber expresarnos, pues dependiendo de la forma en que les informemos de sus logros y dificultades dependerá si reorientan su esfuerzo, para lograr mejores resultados podemos dar más críticas buenas y menos malas en tiempo, es decir en cuanto apreciamos tanto lo positivo como lo negativo.
Al hacer referencia a un hecho especifico se debe considerar centrar  toda nuestra atención en lo que nuestro alumno puede hacer y no solamente en lo que ya hizo y nunca atribuir las malas acciones a un rasgo de su personalidad (evitar etiquetarlo), se debe ser concreto, especificar que hace bien, que hace mal pero también como lo puede mejorar (es sumamente importante plantear un posible solución), estas conversaciones siempre deben realizarse personalmente y en privado, procurando en todo momento usar la empatía.
Los maestros debemos perseguir que nuestros alumnos desarrollen al máximo su inteligencia emocional como factor que les permitirá mejorar sus aprendizajes no solo en la educación formal si no en la social.

BIBLIOGRAFÍA

Goleman, Daniel “La inteligencia Emocional” Editorial Vergara, Buenos Aires.2003.

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