domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Miedo?


El leer la segunda carta de Freire me ha hecho rememorar algunas situaciones donde he sentido miedo sobre alguna situación académica, fue necesaria esta retrospectiva para poder acercarme a esa visión que tienen mis alumnos y sobre todo tenían al iniciar el curso respecto a las “peligrosas y mortíferas matemáticas” y es que la apatía  hacia los números y pensamiento de que solo los “matados” pueden con ellos no es exclusivo de la región. También existen tareas complejas para mí como "guía matemático". Al trabajar con un conjunto de jóvenes; el proyectar seguridad hacia lo que quiero compartir con ellos y sobre todo buscar un impacto positivo en la mayoría, demanda cierto ingenio transformando esto en una gratificante tarea.

Como Freire lo enuncia “es muy importante no negar el miedo, aún cuando el peligro que lo genera es ficticio” por lo cual me percaté que nosotros como educadores somos los responsables de dar naturalidad a estas situaciones para con ello cambiar el panorama desconocido en algunos en esta disciplina numérica, pues en ella nuestra vida está inmersa; y es que desde la observación inocente de un niño de 3 años que decide descubrir su entorno, comienza a hacer matemáticas sin siquiera estar consciente de ello, incluso antes de esta época. Cuando un bebé reconoce y tranquiliza su estado al percibir el ritmo cardiaco de su madre (está adecuado a su frecuencia cardiaca y ello no es otra cosa más que un conteo inconsciente). Si avanzamos, en años notaremos que aún sin saber leer un niño es capaz de cuantificar los objetos, después aplicará funciones sin siquiera saber de la existencia de ellas al querer imaginar su ahorro en una semana o estimar el costo total a pagar por el mandado que sus padres le han encomendado, todos estos ejemplos aunque triviales nos muestran como de manera involuntaria las matemáticas nos han "agobiado" desde etapas tempranas en la vida del ser humano. Cabe mencionar que existen niveles que exigen mayor complejidad en la rutina diaria pero no habrá un día sin matemáticas.

El párrafo anterior ha sido ya compartido con mis estudiantes, al igual que la aplicación real y tangible a la mayoría de los elementos mostrados en clase. Una sonrisa se impregna en mi rostro cada vez que recuerdo la mirada de la clase completa cuando en la apertura de una sesión leyendo un texto ficticio sobre el número de asesinatos y accidentes originados por números.

Cualquiera que sea la condición de los estudiantes, no les es permitido el no darse la oportunidad de enfrentarse a los elementos provistos en clase, “El miedo es un derecho que nos exige valentía” Esta último enunciado no solo es vislumbrado en mis estudiantes si no que se toma a título personal del educador, darnos la oportunidad de enfrentar esa situación compleja presente en cada aula.

“Vine a hacer el curso de magisterio porque no tuve otra posibilidad”; No soy docente de formación pero si he crecido en una familia llena de ellos donde por supuesto existen aquellos quienes estudiaron esta disciplina por heredar solamente una plaza y si bien es un derecho que sus padres tienen es una injusticia para el país entero formarte como docente cuando la vocación no existe pero dejaré de cuestionarme al respecto y mejor reflexionaré sobre: ¿Qué hace un ingeniero mecatrónico impartiendo clases de matemáticas en un bachillerato?. Para responder esto es necesario comenzar diciendo que no estoy aquí por que no tenia otra posibilidad, estoy aquí porque quiero y puedo, es un discurso trillado en mi persona; “Como Mexicano estoy comprometido con mi país” y este servidor se ha cansado de quejarse sobre lo mal que está la educación en nuestra nación y ha decidido ser actor dentro de ella. Obviamente no se trata solo de solidaridad y filantropía pues llevo mucho por ganar con mi permanencia en este programa; me proporciona oportunidades de crecimiento académico pero sobre todo personales, Yo al igual que otros compañeros al terminar esta experiencia pienso regresar a “mi campo” pues como ingeniero también tengo mucho por dar, pero por el momento me enfoco a lo que el día de hoy es mi quehacer. 
Como comencé diciendo no tengo formación docente pero si mucho compromiso y capacidad de impactar en la formación de mis estudiantes.


Por último me quedo con esto que deberia ser una ley de vida: “No permita que el miedo a la dificultad lo paralice” –Pablo Freire


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