domingo, 17 de noviembre de 2013

Leer el mundo, no la palabra.


Mientras leía la Segunda Carta de Freire en Cartas a quien pretende enseñar, fue inevitable transportarme a mi primera clase de taller de diseño donde aprendí que un objeto no sólo es un algo, palpable, observable, sino que representa un sin fin de historias, procesos y que lo que vemos es sólo el 20%  de lo que el objeto en verdad es. Les cuento lo que se me vino a la mente y cómo lo relaciono con la lectura de esta semana. 


Las tijeras, uno de los objetos más complicados desde su diseño hasta su uso. Observemos la imagen, todas son tijeras, algunas conocidas, otras no tanto y ¿qué tienen en común? Sirven para cortar, comparten características; poseen hojas afiladas de metal, tienen punta guía y mango, la mayoría de las tijeras se componen de 2 partes complementarias unidas en un punto pivote. Sólo conocemos la anatomía de las tijeras que usamos y aún así no sabemos distinguirlas, usamos las tijeras de tela para cortar papel, las tijeras de cocina para cortar láminas de metal, las tijeras de electricista para podar y las de cocina para cortar cables. -Lo que quiero es cortar- seguro se justifican igual que yo lo hago cuando corto la carne con el cuchillo para el pan. 

Aquí el meollo, si cada una de ellas fue diseñada y fabricada para cumplir una función, no las usamos correctamente por que no las conocemos, nuestro conocimiento sobre los objetos se limita a lo que vemos y tocamos y nos perdemos la inmensa riqueza de lo que hay detrás. ¿Por qué esto es rojo y no azul? ¿Por qué esta parte está más grande que la otra? ¿Por qué ésta tiene un ángulo diferente a la otra pieza? En alguna parte del camino, perdimos la curiosidad.

Pasa lo mismo con los textos, nos conformamos con leer la palabra pero no el mundo. ¿Por qué el escritor dice que María está triste? ¿Qué pensó María aquella noche que Juan José la besó? ¿Por qué viven en una granja y no en la ciudad? Menciona Freire, leer no es sólo ver y memorizar, es interpretar, intentar conocer al autor y todo lo que pasa por su mente. ¿Cómo podemos llevar a nuestros alumnos a alimentarse de curiosidad y estar hambrientos de conocimiento? Innovando, con estrategias  donde se vean obligados a cerrar los ojos y seguir viendo. -Tengo ya varias ideas, las aplico y más adelante les cuento cómo me fue-

Freire sugiere los grupos de lectura, donde la comprensión del texto llega después de que cada participante comparte su descubrimiento, inferencias, aprendizaje o suposiciones. Si se les dificulta leer, ahora comprender será un reto mayor, pero confío que con un par de actividades a la semana y generar interés por la lectura y todo lo que pueden conocer gracias a ella, podremos despertar curiosidad y pasión por lo que hay detrás. Los alumnos no tendrán miedo ni inseguridad ante la dificultad de leer y comprender, si no saben que existe dificultad, si lo convertimos en un escalón para poder subir y no en un tope, dejar en claro que todos somos capaces de ajustar nuestras habilidades, lo lograrán y no lo percibirán como una tarea de escuela sino una necesidad diaria. 

Propongo hacer declaraciones afirmativas, retadoras, que sean parte de cada clase, que leer y comprender sea el único camino, no demos otras opciones. Seguro uno que otro alumno, después de un tiempo, andará descifrando textos, objetos, autores, y lo que se le cruce por el camino; una pequeña victoria manifestándose.

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