miércoles, 13 de noviembre de 2013

Dos aspectos en la enseñanza, primera reflexión.



Después de iniciar el proyecto de “Enseña por México A.C.” y de llevar al menos tres meses dedicado a la docencia quiero presentar dos aspectos que considero como relevantes después de leer algunas hojas del libro “Cartas a quien pretende enseñar”.

La primera de ellas se trata de un elemento vital que se desarrolla con el tiempo en el aula, el desarrollo de la empatía entre docente-alumno; debe ser una de los objetivos primordiales que el maestro mexicano debe buscar cosechar en el salón de clases pues ¿De qué manera un maestro puede transmitir conocimientos a su alumnos si no hay conexión?, una educación sin corazas puede resultar en un aprendizaje significativo, pues como bien menciona Freire “la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de querer bien… Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar” (Freire, 2004, p. 8).

        El “querer bien” sin tapujos, sin juicios valorativos, sin argumentos negativos, mucho menos despectivos pero tampoco favoritismos para con los alumnos, y lo más importante; sin etiquetas, requiere del docente una capacidad de empatía y una comprensión de la realidad de sus alumnos que desafortunadamente, no todos los maestros en México poseen. Requiere al mismo tiempo una capacidad de medir las situaciones para no caer en actitudes paternalistas.


“Este alumno es el bueno, aquel es el malo y ese otro es el peor, no tiene remedio” este tipo de enunciados son comunes en las conversaciones diarias entre docentes y ese es un aspecto imperfecto y contrario a la docencia del “querer bien”, pues se debe comprender que los comportamientos y actitudes de cada alumno no son en esencia de ellos; sino a mi parecer, son aprendidos de los diferentes contextos en los que se han desarrollado desde la infancia.

Primero la familia nuclear, después los amigos y por último la sociedad en general, que para el contexto de la Sierra Nororiental de Puebla bien debe mencionarse los “usos y costumbres” son un factor de influencia en el desarrollo de todos sus pobladores. En general, estos contextos influyen en la formación de la personalidad de los jóvenes que después llevan y presentan en el aula.

Si aceptamos esta afirmación como cierta podremos entender porque “Luisito” en realidad no es un mal portado sin remedio que sólo sabe contestar de mala gana a sus maestros, tal vez; “Luisito” utiliza esta manera de expresarse como mecanismo de defensa para no exponer su falta de comprensión del contenido ante sus compañeros de clase. Es ahí donde entra la capacidad de empatía del docente para no caer en provocaciones, no enojarse ni castigar sino para acercarse a “Luisito” y romper esa barrera entre maestro omnipotente  y alumno mediocre.

El desarrollo de la empatía es un primer paso al cual se debe enfrentarse el docente, más para aquellos docentes que como yo se encuentran inmersos en un contexto donde los “usos y costumbres” de la región son un componente fundamental  en el desarrollo del alumno.

El segundo aspecto que saltó a mi razón viene “ad hoc” con la situación actual del país, pues como buen politólogo no podía evitar dar mi opinión acerca de este tema.
En contraste con la reforma educativa de nuestro país, la cual en diferentes apartados busca evaluar a los maestros de todo el país buscando diferentes beneficios como pueden ser el encontrar a los mejores y más capacitados perfiles, mejorar y transparentar la asignación de plazas ante las turbias asignaciones que anteriormente se hacían a través de los sindicatos y más rigurosamente la aplicación de evaluaciones periódicas de cuyos resultados dependerá para docentes y directivos seguir o no seguir con sus puestos es una fina línea entre lo justo y lo no justo. Por ende totalmente debatible pues como argumenta Freire “la evaluación de la práctica es un factor importante e indispensable para la capacitación de la educadora. Lamentablemente, casi siempre evaluamos la persona de la maestra y no su práctica. Evaluamos para castigar y no para mejorar la acción de los sujetos” (2004, p.15) por lo tanto es posible decir que las evaluaciones periódicas que se pretenden llevar a cabo, adolecen de un mecanismo con el cual se pueda medir el nivel de empatía que un maestro pueda tener con sus alumnos, ya que se basan solamente en resultados y de esta manera podemos encontrar personas totalmente capacitadas pero sin “el don de la docencia” que incluso podrían caer en métodos ortodoxos de enseñanza con tal de conseguir y mostrar en las pruebas de calidad educativa lo que han logrado con sus alumnos sin tener en cuenta si hay o no un verdadero aprendizaje significativo en ellos.  

             La educación en nuestro país es un tema de discusión bastante debatible sin embargo la reforma educativa llevada a cabo por el presidente enrique Peña Nieto es un buen inicio para activar un sistema educativo bastante desgastado pues, es un hecho que necesitamos tener cada vez más y mejores estudiantes que estén verdaderamente capacitados para enfrentar su diario vivir y puedan romper brechas generacionales que en lo que respecta a la comunidad en donde doy clases el reto es elevar su calidad de vida.


Referencias Bibliográficas

Freire, P. (2004) Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo Veintiuno. Recuperado de http://baseddp.mec.gub.uy/Documentos/Bibliodigi/cartas%20a%20quien%20pretende%20ensenar.pdf


No hay comentarios:

Publicar un comentario